miércoles, febrero 17, 2010

Una de tantas

Aquella no era una familia convencional. La característica principal de aquella familia es el trato entre sus miembros, que muchos calificarían de pesado e incluso irrespetuoso y vulgar, sin embargo, los integrantes de aquella familia están tan acostumbrados a esa forma de tratarse que lo consideran normal y siempre se lo toman a burla o juego, pero existe un problema, y este es que ciertos miembros, disfrazados en el juego, hacen comentarios con toda la intensión de herir y/o molestar lo más posible. He aquí una de tantas situaciones de este tipo.
María es una mujer realizada, excelente madre, esposa y ama de casa, profesionista y experta en las artes culinarias. Lleva 28 años casada con Pedro, que es miembro de la familia antes mencionada. Desde el principio, Lupe, la suegra de María, y Chencha, la hermana de la suegra, atacaban constantemente a María con comentarios hirientes e incluso le levantaban falsos, los cuales contaban a todo el mundo. Estos chismes le causaban problemas a María con el resto de la familia de su esposo, quienes también comenzaban a criticarle cualquier ínfimo detalle o atención que María tuviera para con cualquiera de ellos. Pedro, acostumbrado al trato presente en su familia, jamás dijo nada al respecto, jamás alzó la voz para que se detuvieran los ataques contra su esposa.
María tiene dos hijos: Amanda y Adrián, quienes desde la cuna también han sido objeto de ataques por parte de su abuela Lupe, quien, haciendo gala de una enorme hipocresía, hace parecer ante el resto del mundo que tiene un gran cariño por sus nietos. Afortunadamente, ya en su edad adulta, Amanda y Adrián saben perfectamente la clase de alimañas que son Lupe y Chencha.
La raíz de todo este asunto yace en que Lupe jamás aprobó el matrimonio de María con Pedro, ya que Lupe quería casar a Pedro con otra persona, por conveniencia, además, María siempre ha sido superior a Lupe y a Chencha en todos los aspectos, lo que generó una gran envidia en este par de "personas" y las llevó a las habladurías y ataques personales en contra de María, quien, a pesar de todo, siempre ha intentado tratar amable y cordialmente a toda la familia de su esposo, para demostrar que no era como Lupe y Chencha les hacían creer.

Hace poco fué el cumpleaños de Lupe y se organizó una reunión familiar. María decidió una vez más demostrar quien era en realidad y se encargó de preparar toda la comida para la reunión. La comida transcurrió sin incidentes hasta el momento de la sobremesa, cuando Chencha comenzó a repartir pastes que ella y sus hijos habían elaborado el día anterior, sin provocación alguna Chencha se dirigió a María y exclamó frente a todos: "A ti no te doy por que ya te di ayer", como si de negarle una limosna se tratase, María miró a Pedro esperando que saliera en su defensa, pero nuevamente Pedro no dijo ni una sóla palabra. Cuando fué evidente que Pedro no iba a hacer nada, seguramente por que lo vió como algo común en su familia, María hizo uso de su aplomo y respondió: "yo no le estoy pidiendo nada".

El resto de la tarde transcurrió normalmente hasta que María, Pedro y sus hijos se retiraron, parecía que el incidente había sido olvidado, pero en realidad fué todo lo contrario, ese incidente había sido la gota que derramó el vaso. En el momento en que María llegó a su casa y se sentó (que fué muy poco tiempo después de haber salido de la casa de Chencha por que, para colmo de males, María, Chencha y Lupe son vecinas) comenzó a sollozar y a reclamarle a Pedro por que, como siempre que sucedía algo similar, no la había defendido, Pedro simplemente se retiró a otro cuarto, pues no quería iniciar una discusión que era siempre igual.
Mientras María lloraba, Amanda intentaba consolarla recalcándole que Lupe y Chencha eran unas envidiosas mediocres que siempre buscaban un pretexto para desquitar su frustración, que no dejara que sus comentarios le afectaran. Mientras tanto, Adrián se había quedado mudo, sólo observaba llorar a su madre, una mujer fuerte que en ese momento se había desmoronado por causa de años y años de ataques verbales y humillaciones disfrazadas de bromas.

A falta de palabras, Adrián abrazó a su madre, mientras en su interior ardía una creciente furia. Después de que terminó el abrazo, María dijo: "Hasme un favor, vele a pagar los pastes a tu tía". Él aceptó, sabía perfectamente que hacer.

Adrián salió de su casa y vió a su padre hablando con uno de sus primos acerca del comportamiento de Chencha, cuando Pedro lo vió preguntó: "¿Que pasó hijo?". "Nada pa", fué la respuesta de Adrián mientras entraba en la casa de Chencha.

La reunión seguía a todo lo que daba, los comensales que aún se encontraban ahí estaban riendo y platicando, Adrián entró exclamando en voz alta, para que todos escucharan: "¡Oye tía!". Casi instantáneamente la mirada de todos los comensales fué fijada en el rostro de Adrián, quien portaba una sonrisa fingida que a todas luces parecía real.
Debido a la costumbre familiar de bromear a expensas de otros, todos y cada uno de los presentes pensaron que a Adrián se le había ocurrido algo gracioso que requería de la intervención de Chencha y por supuesto centraron su atención en el diálogo que iba a llevarse a cabo.

Adrián comenzó: "Oye tía, ¿a como vendes los pastes?", Chencha le respondió: "No mijo, ¿como crees que te los voy a cobrar? si quieres uno llévatelo". Adrián insistió: "en serio, en serio, ¿a como vendes los pastes?". Mientras decía esto, Adrián miró a su alrededor, varios de los presentes estaban sonriendo, como esperando el remate (punchline) de un chiste hilarante, Chencha por fin cedió: "Los doy a ocho pesos". Acto seguido Adrián tomó veinticuatro pesos en monedas, las arrojó a la cara de Chencha y se tomó un momento para saborear la expresión atónita de todos los presentes para después decir con una mezcla de frialdad y desprecio que ni el mismo se hubiera creído capaz de expresar: "Ahí está lo de tres pastes, y deja de joder a mi mamá". Inmediatamente después Adrián salió de la casa de Chencha tan rápido como había entrado, mientras se dirigía a su casa, pensando si a partir de esa acción las cosas iban a mejorar o a empeorar, algo dentro de él, en lo más profundo de su ser, se sintió bien.

El texto anterior relata los hechos tal y como sucedieron, se cambiaron todos los nombres, excepto el del autor.

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