domingo, mayo 31, 2009

El trayecto, segunda parte

primera parte aquí

Que buena fiesta, buena música, buenas mujeres y sobre todo bastante alcohol, iba yo en el asiento trasero del auto de un amigo, a gran velocidad, de repente:

"¡wey!, ¡el alto!", crash...

desperté tirado en el camellón, algo aturdido, me senté y miré a mi alrededor, vi el auto en el que viajaba, destrozado, me incorporé y comencé a caminar hacia el vehículo, alrededor del cual ya se habían juntado los curiosos, noté a un sujeto bastante pálido hablando por celular, alcancé a oir que había llamado a emergencias, seguí avanzando, casi corriendo, preocupado por mis amigos.

Al llegar, vi a los dos que estaban enfrente, era evidente que habían muerto, no podía creerlo, me acerqué más al vehículo, pues desde donde estaba no podía ver el asiento trasero, de repente, una voz detrás de mi me detuvo:

"Tus amigos no están aquí, ya me los llevé" paré en seco y giré para ver a quien había dicho eso, confundido por la frase, lo que vi me dejó pasmado, una figura encapuchada, vistiendo una túnica negra. La figura se acercó a mi, parecía que en vez de caminar flotaba sobre el asfalto y repitió: "Tus amigos no están aquí, ya me los llevé", yo no sabía que hacer, la figura agregó: "Velo por ti mismo"

Me asomé por la ventanilla hacia el asiento trasero, para ver los cuerpos sin vida de mis otros dos amigos, pero también vi algo que jamás esperé ver: mi propio cuerpo.

Si la impresión había sido bastante fuerte, ahora el shock fué total, comencé a balbusear y sentí una mano huesuda sobre mi hombro, la miré y pude ver la total ausencia de carne en ella.

"Tus amigos ya no están, tu sigues aquí por que aún no es tu tiempo". Quise responder, aquella figura desapareció y yo desperté nuevamente, esta vez dentro del auto, me moví y comencé a salir del vehículo. "¡Hay uno vivo!" escuché, con algo de dificultad abrí la portezuela, salí y me desplomé sobre el suelo, una persona me ayudó a incorporarme y me dijo: "No te preocupes, ya le hablaron a la ambulancia".

Escuché el sonido de una sirena a lo lejos, levanté la vista y lo primero que vi fué a aquella figura encapuchada, con un extraño brillo en las vacías cuencas de los ojos, el sonido de la sirena se escuchaba cada vez mas cerca, acompañado del ruido del claxon de la ambulancia, de repente, un grito de pánico "¡no trae frenos!"

Unos instantes, parecían eternos, vi la ambulancia frente a mi, sólo atiné a exclamar: "¡hija de la ching..."